octubre 30, 2007

Un mundo paralelo que no conocí

Faltaban 25 minutos para que el camillero me fuera a buscar a mi soleada pieza del hopital y los nervios me estaban comiendo el estómago, era mi primera vez en pabellón y todos me habían dicho que era una experiencia casi traumante... así que mientras el reloj avanzaba y se acercaba el momento mi corazón latía con fuerzas y un par de lágrimas salieron de mis ojos, tengo que confesar que sentí miedo, sí, miedo a no volver jamás del viaje que iba a iniciar en menos de 15 minutos, ahora creo que fui algo exagerada, pero en ese momento mis intestinos se retorcían
A las 9:20 ya estaba con una típica bata de hospital (de esas que se te ve todo por atrás), gorro quirúrgico, mascarilla de oxígeno, un catéter en la mano izquierda, y en la derecha un clásico contador de pulsaciones... en posición de crucificción, parecía alienígena! y ya estaba lista para la anestecia general... lo último que recuerdo es que la anestecista me dijo que iba a sentir mareos, pero antes de eso yo ya estaba en un universo paralelo, sin conciencia de mi cuerpo e inerte sobre la mesa de operaciones.
En los días previos a la cirugía me imaginaba las cosas que vería, sentiría o crearía cuando estuviera inconciente... castillos voladores, colores interminables, música, o viajes al infinito, pero la verdad fue distinta, no sentí ni vi nada extraño, estuve dos horas perdida de mi propia vida, no sé qué fue de mí en 120 minutos, pero luego desperté lentamente y con un agradable aire fresco ingresando a mis pulmones, venía de mi mascarilla de oxígeno que aún conservaba, recuerdo que lo único que pregunte era si habían hablado con mi mamá, la respuesta fue positiva, así que hice una sonrisa algo forzada y seguí durmiendo. Pero de los castillos y los colores nunca supe... nunca existieron.

octubre 11, 2007

El despido

Abrigo largo para minimizar el frío del invierno iba caminando por la calle más transitada de la ciudad, sin rumbo fijo, mirando las gotas que caían cada vez más rápido dobló por la primera esquina y se sentó bajo un cobertizo para descansar un rato. Pensaba en todo lo que se venía la semana siguiente, tendría que hipotecar la casa porque el dinero estaba escaso, cómo decirle a su mujer con 3 niños que lo habían despedido porque un jóven haría su trabajo por la mitad del dinero... simplemente no podía, el orgullo que le quedaba lo obligaba a salir cada mañana de su casa rumbo a un trabajo que no existía, pero ya llevaba una semana haciéndolo y la situación ya no era sostenible. Pero por más que intentaba encontrar una forma de decirlo en su hogar no era capaz de desilusionar a sus hijos.
Decidió seguir su camino hacia ningún lugar porque el viento chocaba la lluvia contra su rostro, como recordándole que estaba en la calle y no en su oficina. Con las pocas monedas que le iban quedando compró el periódico y empezó a revisar la sección de avisos para buscar nuevo trabajo, pero el agua golpeaba contra las hojas del diario y se hacían borrosas e ilegibles. Tiró el papel a la basura y entró en una pequeña cafetería donde sólo pidió un café negro. La cabeza le daba vueltas y sentía que el pecho se le apretaba. Las preocupaciones lo agobiaban y sentía que se caía, y así fue... cayó estrepitosamente al suelo del local y quedó ahí tirado, parecía muerto.
Al depsertar en el hospital de la ciudad su mujer lo acompañaba al lado de la cama acariciando su cabeza. El corazón le había fallado, hace tiempo debía ir a un especialista pero luego que perdió el trabajo de lo que menos se preocupó fue de su salud. Se enteró que lo habían despedido del trabajo porque se hizo la noche y su marido no llegaba, así que llamó a la compañía y le informaron del despido. Ella lloró, pero al recibir la llamada del hospital se le olvidó la pena y corrió a ver a su compañero de años.
Ahora lo miró a los ojos y le dijo que juntos saldrían de eso, que lo único que le importaba era que no la dejara sola, que juntos podrían superar cualquier obstáculo, pero juntos, no escondiendo los problemas y menos perjudicando su salud por tratar de salir adelante solo. Después de todo por eso eran una familia, porque habían prometido apoyarse el uno al otro y estar juntos hasta el final....

octubre 03, 2007

La copa rota

Simplemente tenía ganas de salir a tomar aire, no podía aguantar un segundo más en ese ambiente viciado por el dolor y la traición. Quería refrescar mi temple y vivificar mi aura; no podía parar de llorar, pero a medida que caminaba el viento helado secaba cada una de las lágrimas que bajaban por mi piel y no lograban tocar el suelo.
Encendí un cigarro, otro y otro más. Hace 4 meses había dejado de fumar, pero hoy era necesario... la única escapatoria que tenía en ese momento era aspirar hasta la última bocanada de humo de ese cancerígeno placer. Quería arrancar de mi pecho lo que sentía en ese momento. Me sentía usada, cansada, violentada y sin fuerzas.
Una vez más, no lo podría soportar. Tampoco podría aguantar que pisotearas el poco orgullo que me queda. Ya el llanto se había pasado, pero no podía sacar ese nudo de angustia que amarga mis labios.
El bar de la esquina estaba abierto, entré y casi por inercia pedí una cerveza. El líquido frío atravesó a penas el nudo que tenía y bajó lento y refrescante hasta mi estómago. Un vaso tras otro fueron desapareciendo y mis pensamientos seguían vagando, pero ahora con el desahogo de la ebriedad que empezaba a embargarme. Que impresionante como el alcohol lograba aliviar mi pena .
En ese momento el enésimo vaso de cerveza que tomaba resultaba ser mi mejor compañero, ya no sentía pudor y en la mesa más oscura del último rincón del bar botaba mis penas y quería gritar mi pesar.
Hace tiempo no tomo un vasito de cerveza y a veces extraño una borrachera como las de antaño, tal vez sólo quiero hablar de todo aquello que guardo dentro, tal vez necesito valor para expulsar lo que corroe mis venas.
A veces reprimo lo que siento porque ingenuamente pienso que si no lo digo no existe, y si no existe no duele... pero descubro que no es así.
Un vaso de cerveza y un marlboro light.... por lo menos me sirven para botar el estrés de estos día difíciles.
"EVERYBODY HURTS AND EVERYBODY CRIES... SOMETIMES"