marzo 24, 2007

Príncipe... a pesar de todo

Estaba recién comenzando mi vida cuando me separaron de mi madre, me sentía muy triste y me dolió la partida. La vi alejarse a medida que el camión avanzaba, ella corría y me llamaba, yo respondía a su llamado pero sin poder hacer nada para ir a su encuentro. Esa fue la última vez que la vi, pero todos los días que siguieron volvía a mí su recuerdo. Cuando llegué a mi nueva casa no sabía que hacer, era muy bonito: campos verdes para trotar y bellos paisajes para conocer, y aunque aún extrañaba a mamá, poco a poco comencé a acostumbrarme al nuevo lugar. Además un par de día después llegó Andres, era un niño de unos 10 años pero a quien todos respetaban mucho y obedecían en lo que mandaba, "patroncito" le decían en ese tiempo. Èl era muy bueno conmigo, me cepillaba las crines y me bañaba para que se notara mi negro lustroso. Nunca me faltaban cuidados cuando estaba a su lado. Me enseñó a ser montado, claro que sòlo permití que Andres subiera a mi lomo, todos los otros que lo intentaron calleron rendidos al suelo. Me bautizó con el nombre de Príncipe Khaled, por un libro de genios àrabes que alguna vez leyó. La relaciòn que tenìamos era de viejos amigos, yo esperaba su visita cada mañana para recibir mi ración con entusiasmo, restregando mi nariz contra su espalda para agradecer su gesto. Por la tarde salíamos a recorrer el campo durante horas, en las que Andres me contaba de la escuela y la muchacha que pretendía. Yo sólo relinchaba para que él supiera que lo escuchaba y entendía. Cuando llegabamos por la noche a la estancia me daba comida, agua y unos cubitos de azúcar para demostrarme lo mucho que me quería. Luego daba golpecitos en mi anca y me mandaba a dormir. Siempre pensé que nunca nos separaríamos y que viviríamos así hasta que me llegara la muerte. Fueron los mejores años de mi vida. Cuando Andrés cumplió 18 partió a estudiar a la capital. Ya no nos veíamos todos los día; yo esperaba ansioso su visita, pero cuando llegaba visitaba poco mi pesebrera; su tiempo se iba en visitar a Rosa su prometida. Cada vez que me buscaba yo estaba ahí, algunas veces volvíamos a recorrer los campos como en los años pasados, pero lamentablemente eran muy pocas veces. Me fui quedando solo, ya nuestra relación no era la misma y yo no tenía a nadie con quien compartir mis días. Salía muy poco de mi establo y ya sólo me quedaban los recuerdos de los paseos que daba con mi patroncito, me estaba poniendo viejo y mal genio. Andres iba no más de 6 veces al año y ya el tiempo dejaba su rasto en mi cuerpo. Yo creí que mis días se acabarían pronto, a pesar de sólo tener 15 años, pero un buen día escuché decir que me habían vendido. No quería irme de ese lugar, aunque con Andrés ya no nos veíamos tan seguido como antaño de todas forms seguíamos siendo muy cercanos y lo único que me mantenía vivo era la ilusión de una nueva visita. Pero no hubo caso, a pesar de armar un gran escándalo cuando mi nuevo amo me fue a buscar, solamente logré recibir unos golpes de parte de él para luego irme muy lejos. ¿Cómo Andrés había podido hacerme esto? Por una semana no probé bocado, mi nuevo dueño era muy distante y lo único que me daba eran algunos golpes para que me moviera. A los 10 días de haber llegado a mi nuevo hogar; un corral no muy grande y de tablas roñosas, que compartía con dos caballos viejos y desanimado; estaba siempre húmedo y no llegaba la luz del sol en todo el día; me sacaron del encierro. Yo pensé que por fin podría conocer los campos del lugar y hacer algo de ejercicio, pero me pusieron un montón de correas y hasta un par de palos a lo largo de mi cuerpo, para luego atarme un gran carro sobre mi lomo. Me sentí caer por el peso, pero un fuerte latigazo impidió que me desvaneciera. Desde ese día salía muy temprano en la mañana con el carro vacío,para luegollenarlo de verduras, frutas y otras cosas que mi amo vendía en los pueblos ercanos. Llegábamos muy entrada la noche y sólo recibía unpoco de comida y algo de agua, cuando Juan no llegaba muy cansado... Me puse viejo y mi pelo ya no brillaba (rara vez recibía un baño y limpieza en mi cuerpo. Estaba irreconocible y me avergonzaba andar en las calles, pero el látigo en mis ancas era más poderos. Pasé 12 años haciendo lo mismo y por la mala alimentación que recibí hoy estoy muy delgado, ya no soy el PRINCIPE que era cuando Andrés me cuidaba. Todos los días pienso en mi madre y en Él, que será de su vida?....

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2 semanas después llegué a la granja de mi padre y sólo me dijo que Mi Príncipe Khaled había sido vendido para comprar una yegua joven. No supe que hacer, es verdad que lo visitaba muy poco, pero seguía siendo mi fiel amigo de la infancia. Nunca habría pensado en eliminarlo de mi vida. Sólo estaba esperando que terminaran de hacer mi casa en un campo cercano para llevarmelo y salir nuevamente a pasear juntos. Era mi forma de escapar del mundo y relajarme. Definitivamente era mi mejor amigo, ese día iba a contarle mis planes, pero no alcancé... lo había perdido. Hoy iba caminando por un pueblo donde tuve que ir por mi trabajo y divisé a lo lejos un carretón que vendía fruta fresca. Decidí acercarme para comprar algunas. Me sucedió algo raro, el viejo caballo que sostenía la carreta fijo sus ojos tristes en mi mirada y sentí un escalofrio recorrer mis huesos. Me vino a la mente el recuerdo de Principe Khaled cuando era un potrillo recién llegado a la hacienda. En realidad ese caballo descuidado se parecía mucho a él, pero le faltaba porte, brillantez y gordura. De todas formas había algo en su mirada que me inquietaba. Compré algunas manzana y di media vuelta. El caballo comenzó a patear el suelo y resoplar; yo seguí mi camino, hasta que un fuerte relincho me hizo voltear rápidamente, para darme cuenta que realmente estaba frente a Mi Príncipe y lo más importante era que él me había reconocido. No lo podía creer! lo había encontrado, o mejor dicho me había encontrado. Me acerqué nuevamente y acaricié a mi caballo,le dije al oído que siempre había sabido que nos volveríamos a ver, porquew la decisión de venderlo había sido de mi padre y no mía. No sé si fue mi emoción o realmente sucedió, pero me pareció haber visto una lágrima en sus ojos y yo comencé a llorar como un niño. El vendedor me pidió mucho más de lo que realmente valía en las condiciones que lo tenía, pero pagué el precio acordado, porque en ese momento lo único que quería era recuperar mi amigo de tantos años y entregarle lo que se merecía.

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Cuando lo vi acercarse a la carreta supe que era Andrés, estaba más macizo y con barba de algunos días, pero seguía teniendo la mirada de niño travieso. Traté de hacer que me reconociera mirándolo directamente a los ojos, aunque luego baje la mirada porque me avergoncé de mi actual estado. Pensé que era mejor que me recordara como cuando estábamos juntos y que sería mejor dejarlo marchar, además seguramente él había querido deshacerse de mí por eso me habían vendido... Pero el cariño que siento por mi viejo amigo me hizo reunir toda la energía que quedaba en mis pulmones y relinchar lo más fuerte que pude para llamar su atención. Cuando lo vi regresar casi corriendo a mi lado supe que me había reconocido y luego de las palabras que me dijo no pude aguantar la emoción y sentí que unas lágrimas tibias bajaban por mi rostro. Cuando el carretonero comenzó a sacar los aperos de mi lomo comprendí que volvería a ser feliz junto a Andrés. Nos fuimos a una casita de campo donde Andres vivía con Rosario, su esposa y 2 pequeños niños que me hacían recordarlo de pequeño. Ahí pasamos 2 años muy felices, todos salíamos a recorrer el campo y volví a ser el Príncipe Khaled de años atrás. Un día del tercer año junto a MI familia en la noche volví a mi pesebrera como de costumbre, comencé a recordar todo lo que había pasado en mi vida y sabiéndome tan feliz me dormí profundamente para nunca despertar. Se había cumplido lo que pensaba en mi juventud: Andres y yo estuvimos juntos hasta el día de mi muerte.

9 comentarios:

Fran Invernoz dijo...

Un bonito relato que viví como si hubiera sido un testigo tímido de los hechos. Buen blog, interesante.

Princesa Dariak dijo...

Muy conmovedor relato.
La yegua de Dariak, Mar, hoy esta con su familia galopando libre a la orilla del desierto... o del ocèano. Y le toca a Auro ahora... va a ser un camello muy sabio.. jejeje
Mariana: mira, quisiera invitarte a comentar en EquinoXio, alli me conoceràs un poco mas como ... mujer terrena? ja. Me gustarìa que dejes tu huella, es una pagina que vamos a guardar de recuerdo, y me gustarìa que tus letras y tu nombre esten ahi...

Un abrazo de Luz.
(ahh... Mar dice que Principe Khaled està con ellos, vivito y coleando, joven, agil y con una yegua que uf... ! je)

cabellosdefuego dijo...

che, me encantan los caballos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Santiago Paz dijo...

Me recordé del Corralero.

Yo no tengo mucha amistad con los caballos, aunque siempre en mi tierra, lo general era verlos tirando de los carros que vendían la leche o transportaban la fruta o verdura del campo a la feria libre.

Aun así, bien hecho. Me gustó.



Beijos pra você.



Atte:
Santiago Paz

AlegriadeQuerer dijo...

Los amigos de Internet,
Son seres maravillosos,
Que con todo desinterés,
Dan su cariño y apoyo!!

Suelen ser más leales,
Que los que podemos tocar,
Son amigos entrañables,
Que te saben valorar!!

Te quiero. Por ser especial… tú amiga yudelka

r dijo...

Tu equino protagonista me gusto, muy sensible él.

En cuanto al relato a lo mejor me habría gustado una muerte en soledad con más carga dramática, pero eso es por que a mi me gusta más la oscuridad que a ti.

Tus relatos suelen tener un final esperanzador.

Anónimo dijo...

hola mariana sabes que las veces que trato de postearte no puedo tus historias son muy largas y me da paja leerlas pero voy a tratar de postearte un dia de esto sobre cualquier historia que tengas, sabes que en realidad yo quiero ser bailarin de rojo pos es mi gran sueño por eso me transforme en blogger pos porque no pude estar en la tele y decir tio conductor

chao

vary dijo...

grandes saludos!!

Macarena dijo...

Linda historia!!!
Las separaciones desgarran el alma, pero hay que acostumbrarse a ellas, ya que, nos acompañan por toda la vida.

Saludos