marzo 19, 2007

La ilusión rota


EL reloj de la iglesia dio 12 campanadas, recordando a Magdalena que sólo le quedaban 15 minutos para llegar a la vieja estación que la llevaría al reencuentro de su ser. Trató de correr, pero sus cansadas piernas no lo permitieron, simplemente tuvo que apresurar el paso y rezar para alcanzar su tranvía.

Sólo cuando ya estaba instalada en el vagón sintió los típicos dolores de un sobreesfuerzo físico, pero no le importó.
En ese momento lo único que le importaba era que se dirigía al destino que por tantos años quizo visitar y que hoy gracias al ahorro mensual que hizo desde que se propuso la idea estaba muy cerca.

Este era el momento preciso, ya la vida se le estaba agotando, no tenía nada en esta ciudad, así que tomó las pocas pertenencias que le quedaban y las vendió donde pudo. Así alcanzó su dinero para comprar el ticket del tren y algo más para alguna pequeña merienda que le bastaría para sentirse satisfecha. Realmente no pensaba en comida, quería dormir para que el viaje se hiciera lo más corto posible, pero la ansiedad por llegar a la capital del país era tan grande que sólo logró dar un par de vueltas en el duro asiento de la última clase. Por ahí consiguió un diario de ayer y se puso a hojearlo, pero no podía dejar de pensar en eso tan importante y que había querido hacer desde hace tanto tiempo.

Lo había planeado muy bien, la dirección la había conseguido con la ayuda de un párroco que visitaba regularmente en la iglesia del pueblo, también tenía el teléfono, pero no pudo llamar, no sabía que decir, además era mucho mejor llegar de sorpresa. No le veía desde hacía más de 10 años, la última vez que la fue a visitar a su antigua casa, después ya no se habían vuelto a ver, los negocios lo tenía demasiado ocupado (ni tomaba vacaciones!); además Magdalena se había cambiado de casa un par de veces debido a los atrasos en el alquiler que no había logrado pagar (pero dinero para el viaje nunca lo tocó); Por otro lado la mujer de Antonio nunca la había querido mucho, asi que probablemente tampoco lo ayudó a ponerse en contacto con ella. Pero hoy por fin sería el día en que se reencontraría con su hijo.

Antonio se había ido de su pueblito natal con la idea de triunfar en la vida, y lo había logrado. Magdalena se sentía muy orgullosa de él y cada vez que salía en las noticias de la televisión o en un boletín informativo de la radio ella henchía su pecho y decía a todo el que quisiera escucharla que Toñito (como le decía de niño) era el mejor hijo del mundo y que gracias a su propio esfuerzo estaba donde estaba! Definitivamente Magdalena sólo había logrado vivir por la esperanza de volver a tener a su niño entre los brazos, ya que la vida no había sido muy benévola con ella, primero se fue su hijo único, unos años después su marido había muerto y ella cada día era más pobre. Nunca quizo "molestar" a Antonio, aunque más de una vez se quedó sin luz o comida. Pero a ella nada le importaba más que averiguar todo lo que pudo del paradero de su hijo y ahí la tenemos ahora, sentada en un asiento poco cómodo, en un tren añoso de vidrios sucios, pero con la sonrisa de un niño que sale de vacaciones.

4 horas, 10 minutos duró el trayecto, que en auto duraba no más de 2 horas. Por fin estaba en Santiago. Trató de buscar la dirección que llevaba anotada en un papel arrugado entre sus dedos largos y flacos, pero no supo hacia donde caminar, así que sólo atinó a preguntar a un transeunte (con cara de apurado, pocos amigos y muchos problemas). Éste, de no muy buena gana, la encamino hacia la calle, que por suerte quedaba medianamente cerca de donde estaban, "esta en esa dirección, unas 15 cuadras en línea recta, sería mejor tomar un taxi" dijo el hombre. Pero Magdalena no tenía dinero para pagarlo, así que decidió caminar, a pesar de la várices que surcaban sus piernas como gruesas sanguijuelas y que a cada paso que daba se hinchaban más y producían más dolor. No le importó.

Luego de una caminata de casi 1 hora y con sus piernas que no daban más llegó al trabajo de su hijo, una empresa de gran importancia y en la que Antonio tenía un cargo importante (lo sabía por los noticieros). Era un edificio de más de 12 piso y que tenía su nombre inscrito en letras grandes y plateadas. Se quedó un momento contemplándolo con emoción y repasó en su mente las palabras que tantas veces había pronunciado y que por tantos años había unido una a una para decirlas en "ese" momento: "Toñito, tantos años sin verte, no sabes lo mucho que te he extrañado, todo lo que pensé en ti durante estos años de ausencia. Estoy muy orgullosa de lo que has logrado, ya estoy vieja hijito y lo único que nunca me habría perdonado es morir sin abrazarte y decirte lo mucho que te quiero. Así que aquí estoy, yo sé que seguramente tú también pensabas ir a visitarme este verano, o tal vez el siguiente, pero te ahorré el viaje. ¿Cómo está María de Los Ángeles, tu señora? ¿Tengo nietos ya?. Que bueno que los podré conocer, estoy muy contento, esto es todo lo que me faltaba para ser feliz y hoy lo he logrado"
Una vez que hubo dicho estas palabras por lo menos 3 veces y con las manos sudadas por los nervios decidió caminar hacia el recibidor. Ahí encontró un guardia que la detuvo, ella con calma explicó que era la madre de Antonio Cepeda y que venía a visitarlo. El hombre la miró de pies a cabeza y le dijo que el Señor Antonio era un personaje muy distinguido en la ciudad y que todo el mundo sabía que era huérfano de padre y madre, además que con esa facha simplemente no podía dejarla pasar porque . "Dígale que Magdalena Arenas esta aquí" dijo Magdalena con orgullo, angustia y los ojos húmedos. El guardia volvió a darle una mirada y finalmente accedió. "Señor Antonio acá hay una mujer algo extraña que dice ser su madre.... si sé que usted es huérfano señor, pero......." "Dígale mi nombre gritó Magdalena"...... "Señor, dice que se llama Magdalena Arenas.......(un silencio se produjo a ambos lados del auricular)..... y dice que quiere que la reciba....... sí, sí señor, como no..... yo hago lo que usted me manda..... no se preocupe..... claro, yo lo arreglo..... no hay problema...... hasta luego".

Cuando se corto la comunicación Magdalena sólo estaba esperando que le dijerna por dónde dirigirse hacia su hijo o que la guiaran a él, aunque no había comprendido muy bien porque se creía que Antonio era huérfano, pero no le importaba, sólo pensaba que cada vez faltaban menos minutos para que su felicidad fuera completa.
Pero no fue eso lo que ocurrió. El guardia dijo algunos números por la radio que llevaba en el cinturón y aparecieron 2 personas más, vestidas igual que él, y la tomaron y le dijeron que debía abandonar el edificio porque el Señor Antonio había mandado sacarla del lugar y que no se apareciera más por ahí. Magadalena casi cae rendida en ese lugar y sus ojos soltaron las lágrimas que había retenido momentos antes. No entendía que sucedía, por qué Toñito haría algo así! Se dejó guiar por esos extraños y ya fuera del lugar vagó por una placita cercana y meditó en lo suecedido, hasta que llegó a la conclusión que todo había sido un mal entendido y que seguramente su hijo no había creído posible su presencia en el lugar. Después de 10 años sin verse era comprensible que fuera incrédulo ante esa situación.

De esta manera, Magadalena decidió esperar a su hijo cerca de la oficina, pero sin que los guardias lo notaran y le hablaría cuando Antonio volivera a su casa, después de todo ya eran pasada las 7 de la noche y seguramente saldría camino a su casa en cualquier momento. Iba pensando en esto cuando vio a un joven de unos 35 años, alto, delgado, moreno, de pelo corto y con una pequeña barba. Aunque no estaba muy cerca, supo de inmediato que era Toñito, tení la misma postura de su padre, además no había cambiado nada, sólo que ahora tenía terno y maletín, el pelo ordenado y zapatos lustrosos.
Salió corriendo a su encuentro y con toda sus fuerzas gritó: Toñito!!!!!!! Antonio la miró y con la cara pálida y los ojos mirando el suelo dijo "Saquen esta mujer, no la conozco". Magdalena sintió helarsele la sangre, pero siguió con el discurso que tantas veces había ensayado "tantos años sin verte, no sabes lo mucho que te he extrañado, todo lo que pensé en ti durante estos años de ausencia." "Llévensela, no sé de que habla".... "Estoy muy orgullosa de lo que has logrado, ya estoy vieja hijito y lo único que nunca me habría perdonado es morir sin abrazarte y decirte lo mucho que te quiero" "Cállese señora, yo a usted nunca la había visto en mi vida" ..... Así que aquí estoy, yo sé que seguramente tú también pensabas ir a visitarme este verano, o tal vez el siguiente, pero te ahorré el viaje. .... Yo soy huérfano, mi madre era una señora muy distinguida y elegante que murió cuando yo era un niño.... ¿Cómo está María de Los Ángeles, tu señora? ¿Tengo nietos ya?. Que bueno que los podré conocer.... "No invente más historias! es verdad que ese es el nombre de mi mujer y sí tengo 2 lindos hijos que saben que su abuela esta muerta!" estoy muy contenta, esto es todo lo que me faltaba para ser feliz y hoy lo he logrado"

Nadie había podido reaccionar ante tan dramático espectáculo. Antonio estaba pálido y su maletín estaba en el suelo. Magdalena se había lanzado a los pies de su hijo rogando para que la escuchara. Toñito, su hijo, su único hijo había renegado de ella y prefería ser huérfano antes que tener la madre pobre que tenía. No lo podía creer. Lloraba en los pies de Antonio y éste no podía avanzar ni pronunciar palabras. El silencio sólo era interrumpido por los sollozos de la madre con el corazón hecho trizas y el alma desvanecida. El hijo la contemplaba con sus ojos inyectados por las ganas conenidas de llorar. De repente el llanto sesó y sólo se escuchó un suspiro y unas palabras casi ilegibles "te perdono hijo mío" . Antonio bajo la cabeza y ya no aguantó el llanto y con un grito desgarrador gritó "Mamá!!!!!.... pero ya era tarde, Magdalena había muerto de un ataque a su débil corazón de mujer de 65 años de esfuerzos, no pudo resistir que "Toñito" no la aceptara.





10 comentarios:

Anónimo dijo...

Que fuerte.

Conmovedor.


beijos pra você....



Atte:
Santiago Paz

Humberto dijo...

La verdad... has hecho que mis ojos se humedezcan, muy fuerte, terrible...
Pobre aquel hijo como quedará su conciencia... por un error que no debió existir.
Buena historia. Excelente.
Besos. Que tengas un buen resto de semana.

david santos dijo...

Halo!
Muy fuerte! Pero los hombres tienen que sentir en los otros que sufren esta realidad terrible.
Gracias por tu trabajo.

r dijo...

Simplemente notable.

Me encantó el relato y como desarrollaste el personaje de la madre. Como dijeron más arriba, muy conmovedor.

saludos

Rodolfo N dijo...

Tremendo relato, conmovedor. Realmente me atrapó, porque hay muchos "Toñitos" lamentablemente, que desconocen a la caricia mas sagrada que existe y que es la de la madre.
Cariños

CrisTicienTa dijo...

Me ha hecho pensar..
Eso q dicen de "nunca es tarde"
Si, si lo es!
Hay q actuar a tiempo, arrepentirse a tiempo, saber cambiar!
=(

Q historia tan bonita..triste a la vez..pero bonita..No se..
Todo q hable de una mama me emociona..No sabes cuanto cuanto cuanto qiero a la mia!

Un beso

Princesa Dariak dijo...

A veces el ser humano resulta ser... tan... estùpido.
Exelente relato.

Un abrazo de Luz.

Santiago Paz dijo...

Salió el "Dos".



beijos pra você y grax por pasar.


Atte:
Santiago Paz

Anónimo dijo...

Esta historia es tremenda, tiene una fuerza que permite ver claramente tu excelente pluma.

Felicitaciones.

A tus pies

Alexis Coald

Macarena dijo...

Así es la vida... Nos quita lo que más amamos por las maltitas apariencias y las etiquetas...

Saludos